Escrito por José A. Narbona

Parece mentira, pero hubo una época en la que no había películas de superhéroes. Niños y adolescentes, como ahora ávidos de aventuras sobre naturales, debían conformarse con los así llamados «héroes» como Eneas o Perseo (a los que hoy preferiríamos denominar como «superhéroes sin superpoderes») y sobre todo los dioses, que hacían todo un despliegue de transformismos, lanzamiento de rayos y viajes por las estrellas para mayor deleite de sus mortales fans.

Claro que tampoco había varias cadenas de televisión emitiendo series de animación japonesas noche y día, ni múltiples efectos especiales generados por ordenador en el cine, pero al menos ya estaba inventada la palabra electricidad, que algo es algo. El éxito que tuvo una serie como Ulises 31 se enmarca en ese contexto de transición entre aquellos tiempos de las aventuras mitológicas y los años de las dos cadenas de televisión en España, antes del advenimiento del mundo del entretenimiento masivo juvenil actual dominado por el manga, películas de superhéroes y videojuegos.

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