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No sé quién dijo que este oficio de putas lo inventó el diablo, y que solo el diablo elige a la persona que ha de llevar su voz hasta los últimos fuegos. No sé quién lo dijo, pero razón no le faltaba. Porque solo el diablo es capaz de dictar historias al oído, patrañas que consiguen abrasarnos con el juego de sus palabras, fábulas que acusan y revelan el infierno de quien las soporta. Y Fernando García Maroto es uno de los elegidos.

En este volumen, nos lleva de paseo por los demonios que habitan en las soledades del ser humano. La culpa, la inocencia, el sacrificio, y todas las categorías bíblicas que andan arraigadas en nuestro inconsciente se manifiestan en cada uno de sus cuentos.

Al igual que otros amasan el pan, García Maroto amasa la materia con la que se hace literatura de lo cotidiano, del matrimonio desgastado por el roce de los días, de la vida cuando se viene encima de repente, de las miserias que envuelven a la gente sumida en la rutina que ordena el sistema capitalista. Sin ir más lejos, en el cuento que da título a este libro, Interpretaciones del silencio, donde se nos presenta a una mujer hastiada, a punto de estallar por el peso del tedio, un domingo por la mañana, mientras prepara el desayuno en la cocina y ve pasar a su lado la sombra rutinaria del marido.

De igual manera, el hastío vuelve a ser protagonista de El mundo sin nosotros, otro cuento donde García Maroto se sumerge en la voz de una mujer para contar la neurosis de una madre que ve cómo crece su hijo cuando han vencido los plazos del tiempo y los sueños no se cumplen. Con el monólogo interior que va interrogando a las fotografías, ella se interroga a sí misma. Un juego de espejos con el azogue desgastado por el paso del tiempo.

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