While the Apocalypse – Blog

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Tienen colores vibrantes, nombres llamativos y prometen energía. Son las bebidas energéticas, que «contienen una gran cantidad de cafeína y azúcares y otras sustancias como taurina, glucuronolactona, inositol y vitaminas», como sintetiza una definición de la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria. Beberse una lata es como tomarse de golpe cuatro tazas de café filtrado o dos de expreso. No son bebidas alcohólicas, lo que ha llevado a que se las perciba como menos peligrosas o más válidas para todos los públicos. Sin embargo, tienen un componente excitante, que puede resultar nocivo, especialmente si quienes las beben es el público adolescente.

Las bebidas energéticas llevan décadas en el mercado. A España llegaron en la recta final del siglo pasado y ya eran uno de esos recursos favoritos del estudiantado antes de afrontar una larga noche de estudio. El paso de los años ha ido aumentando la oferta y también las ha asentado como un clásico para los adolescentes. Ahí es donde las bebidas energéticas han empezado a protagonizar polémicas. La muerte de un menor en Madrid –tras supuestamente beber una lata combinada con cocaína rosa– acaba de reavivar el interés por el tema.

La entrada El lado oscuro de las bebidas energéticas se publicó primero en Ethic.

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