¿Cómo puede lo invisible hoy representado por el algoritmo volver a ser visible para que logremos liberarnos por fin de las ataduras? El reciente trabajo de David Oliver se acerca a esta necesidad muy intencionadamente. Llama la atención la recuperación de la escala de la labor artística y las propuestas de tener un refugio ante el peso de la conexión digital, realizadas en esta doble exposición que desafía a la situación actual que de tanto querer avanzar en lo nuevo se vuelve cauta ante lo importante.

Vemos aquí como recupera el trabajo dial a una escala colosal y el trabajo íntimo a una escala pequeña, a la vez que propone dos modalidades de refugio, en tanto, Grip Face lo hace con un tipi forrado de espejos, y en calidad de David Oliver con un coliseo cerrado de lienzos gigantescos que son una suerte APP devorada por un disfraz de oso que nos impide ver lo real. (O viceversa)

David Oliver es conciso, perfeccionista, delicado e inquietante en su discurso artístico para encontrar el hilo de esos dos refugios ante la incertidumbre, donde el concepto se aúna con la narrativa. Un discurso artístico por tanto muy osado personalmente hablando y de gran audacia materialmente entendido. Esta doble exposición no tiene que ver con la angustia ni con la falta de valores; tiene que ver con la grandeza personal de un artista capaz de responder al peso de lo digital en nuestras vidas.

Al final del proceso creativo Grip Face se refugia en su demos principal, un Sashimi Consciente en la cabaña de Cristal, una suerte de Totem que desafía a ese Tabú actual de no ser fiel a uno mismo: un tipi de más de cuatro metros forrado de espejos como si fueran tapices que protegieran del frío (digital) cubiertos de símbolos protectores, que vienen del universo personal, íntimo, del propio artista: fetiches, avatares, rostros sonrientes llenos de calma, garabatos cargados de mensajes, flores o paisajes deconstruidos.

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By Published On: junio 23rd, 2024Categories: Cultura, JotDown, Magazine, ocio0 Comments on Desconectar es el desafío